La caza de brujas
Capítulo 4
Los rumores llegan a la
Santa inquisición
Los rumores de brujería en Zugarramurdi llegaron con rapidez a los oídos de la Santa Inquisición. Los relatos hablaban de akelarres en las cuevas, mujeres ungidas en sustancias extrañas y un pacto con el demonio que amenazaba la fe cristiana. Alarmados por las historias provenientes del valle, los inquisidores de Logroño decidieron actuar. Para verificar la veracidad de los hechos, enviaron a Alonso de Salazar, un sacerdote conocido por su rigurosidad, a investigar lo que estaba ocurriendo en el norte de Navarra.



La Inquisición necesitaba a alguien capaz de investigar lo que ocurría en Zugarramurdi, y Alonso de Salazar parecía el hombre indicado


Alonso de Salazar
Un hombre metódico al servicio de la Inquisición
Alonso de Salazar Frías era un sacerdote e inquisidor español que destacaba por su método cuidadoso y su carácter reservado. Obediente a la Santa Inquisición, abordaba cada caso como un rompecabezas que debía resolver, dejando poco espacio para la emoción o la empatía. Alto y de figura esbelta, su porte sobrio y su mirada serena inspiraban respeto, aunque no necesariamente confianza.
Salazar creía profundamente en la justicia divina, pero su forma de proceder lo alejaba tanto de los fervorosos como de los indulgentes. Al llegar a Zugarramurdi, observó con detalle a la comunidad y sus costumbres. Los relatos de pócimas y akelarres despertaban más su curiosidad que su fe en la culpa de las mujeres acusadas. Aunque percibía el miedo y la tensión en el pueblo, su principal interés era esclarecer los hechos y consolidar su posición como inquisidor.






Lo que veo aquí no es el demonio, pero tampoco es inocencia
algo oscuro habita en estas cuevas

El inicio de la caza y el pánico
Tras completar su investigación inicial, Salazar volvió a la sede de la Santa Inquisición en Logroño para presentar su informe. Aunque mantenía dudas sobre la autenticidad de las acusaciones, la Inquisición decidió actuar con firmeza. Así comenzó el proceso de la caza de brujas, que implicaría a más de 300 personas, con 40 arrestos bajo cargos de brujería. La maquinaria inquisitorial ya estaba en marcha.
En Zugarramurdi, las primeras detenciones llenaron de pánico a sus habitantes. La gente comenzó a evitar las miradas y a susurrar en voz baja. Nadie se sentía seguro. Las mujeres señaladas eran llevadas una a una, y el aire del pueblo se llenó de nerviosismo y tensión insoportable.



Sorgina!!!


intento esconderme en el bosque con la esperanza que los espirutus del bosque me ayuden

pero los hombres de la santa inquisición ya estan aqui

No hay escapatoria
María Baztan, consciente del peligro, se refugió en el bosque, buscando escapar de las acusaciones. Pero no tardaron en encontrarla. Un grupo de hombres la acorraló en todo el valle, con antorchas que iluminaban la noche. Sus gritos de desesperación resonaron entre los bosques, pero no hubo escapatoria. Finalmente, agotada y resignada, María fue llevada de regreso al pueblo para enfrentar su destino.
